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Volvemos con el Diario de Senegal! Esta vez con la 4ª entrega.  

En busca de la costa de Casamance

Habíamos pasado una plácida noche en Chez Pierre, así que cogimos fuerzas con un gran desayuno que el propio Pierre nos había preparado (con papaya incluida!), cargamos las mochilas, nos despedimos de nuestras queridas leridanas y nos dirigimos a la Gare Routiere de Oussuye en donde ya nos esperaban nuestros compañeros de viaje, Gui y Agni (con quiénes debíamos haber coincidido el día anterior en la Isla de Karabane).

Para poneros en situación, Gui y Agni llevaban un mes y medio viajando por Gambia, Guinea-Bissau y Senegal, punto de encuentro donde compartiríamos aventuras para después seguir hacia Mauritania, el Sáhara, Marruecos y volver a Barcelona en trasporte público (casi nada…). Al final no pudo ser todo, pero el viaje que se marcaron lo recordarán toda la vida, seguro!

Después de un caluroso reencuentro, (nunca mejor dicho, ya que estabamos a unos 35º a la sombra) negociamos el precio de un sept-place y pusimos rumbo a Cap Skiring. Tan solo estaba a 15km de Oussouye, pero ya sabéis que las distancias cortas en África se pueden eternizar.

Cap Skiring

Cap Skiring es el penúltimo pueblo de la costa atlántica (el último es Kabrousse), antes de cruzar la frontera hacia Guinea-Bissau. Es conocido por ser un pueblo bastante turístico por su ubicación y su oferta de ocio. También se habla mucho de sus playas paradisíacas, algo con lo que no estamos muy de acuerdo después de verlas y compararlas con las que, por ejemplo, tenemos en nuestra querida tierra (pero para gusto colores, verdad?).

Le Paradise

Alba en Le Paradise

Una vez llegados a nuestro destino y con las guías en mano, fuimos en busca del alojamiento más económico que nuestros bolsillos podían permitirse; y así encontramos Le Paradise, un sencillo campamento situado a escasos metros de la playa y a unos 4 km al sur del pueblo. Para las comodidades que tenía el lugar no muy económico, pero comparándolo con algunos otros de la zona, era un ganga! Si queréis ver el precio del Paradise os recomendamos nuestro post sobre gastos en Senegal.

Al dejar las mochilas, lo único que nos apetecía era darnos un chapuzón en sus tan aclamadas playas, así que, previa cerveza para refrescarnos, nos fuimos directos al agua! Tan solo un rato…el fresquito que corre por la costa atlántica nos quito las ganas rápidamente. Sin embargo, no fue motivo no para quedarnos un rato a contemplar una puesta de sol que nunca llegaría… Comenzaba bien ésto de Cap Skiring, eh?!

En realidad, y habiendo sufrido posteriormente el calor del interior del país, se agradecía enormemente poder disfrutar de estos ratos de desconexión refrescante junto a la playa. (Tranquilos, no es un spoiler!)

CapSkiring

Bonito atardecer en Cap Skiring

Desde que habíamos llegado a Senegal, llevábamos con nosotros una serie de víveres que nos había dado la madre de Igna (benditas madres!) para compartirlas con Gui y Agni una vez juntos… así que, esa noche pudimos saborear un queso curado (y sudado), unas lonchas de jamón ibérico y un fuet que nos hizo derramar alguna lágrima de emoción. Sobretodo a ellos, que llevaban varios meses de viaje comiendo básicamente arroz con…arroz. Nosotros apenas habíamos comenzado el viaje, ya tendríamos tiempo de echarlo de menos.

Poco más duró la jornada, ya que al día siguiente queríamos visitar mejor el pueblo e ir caminando hacia Djemberé, un poblado situado a unos 10km al norte de Cap Skiring.

Caminante, se hace camino al andar…

Pasamos una noche tranquila, las comodidades del Paradise no eran muchas pero teníamos lo necesario para descansar en condiciones (sí, las mosquiteras eran más que suficiente para no tener que luchar a altas horas de la madrugada contra esos insectos del demonio!).

Después de una ducha fresca y de desayunar unas tostadas de Chocopain (la versión senegalesa de la Nocilla) y algo de fruta, pusimos nuestra vista fijada en llegar a Djemberé caminando…por la orilla de la playa! Lo que no sabíamos era que tendríamos que caminar 5km más que los que se hacen por la carretera principal. Pero como decimos, lo sabríamos después. Motivados con la cámara y un par de botellas de agua pusimos rumbo por la arena y con un sol radiante sobre nuestras cabezas. El gasto del protector solar se disparó al ver como nos iba achicharrando el lorenzo…

Barcos de Pesca

Fuimos testigo, a lo largo de los kilómetros de la gran vida pesquera que existe en Senegal, y más concretamente en Cap Skiring. Una impresionante montaña de caracolas se amontonaban a unos 20 metros de la orilla fruto de la intensa actividad de los pescadores desde primera hora de la mañana.

Nos cruzamos con unos cuantos pescadores que iban arreglando las redes para el día siguiente. Se notaba que hacía poco que habían llegado de faenar, ya que cientos gaviotas llenaban gran parte la playa buscando restos de pescado que llevarse a la boca.

Pescadores

Pasado Cap Skiring, todavía pudimos ver algunas barcas que volvían, y unas cuantas personas arrastrando las redes desde el agua, hasta tierra, llevándose todo lo que encontraban a su paso…cosa que nos hizo pensar junto con otros hechos que veríamos más adelante, en lo poco concienciados que están sobre las consecuencias negativas en la fauna marina que pueden provocar…

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Largas playas solitarias

Más adelante, y habiendo dejado a varios kilómetros el hostal donde nos alojábamos, solo nos cruzamos con vacas, gaviotas y algún que otro cangrejo curioso que se escondía cuando íbamos a saludarlo! Ni rastro de humanos, excepto un 4×4 que pasaba a toda velocidad y que debería preguntarse ‘en que c… estaban pensando estos caminando por la orilla con el sol que pega!‘.

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Las únicas con las que nos cruzábamos

No os negaremos que estábamos algo desesperados, el camino parecía interminable y no teníamos ni idea de donde se encontraba el pueblo que buscábamos. Con un poquito más de paciencia pudimos ver un camino que se adentraba hacia el interior y llegaba a Djemberé.

Djemberé

Habíamos tardado 3 largas horas en recorrer 16km por la orilla. Lo único que queríamos era poder beber una cerveza congelada y comer algo a la sombra de alguna ceiba. A pesar del cansancio, el recibimiento de unos simpáticos niños nos alegró la llegada al pueblo. Después de jugar y hacer el tonto un rato junto a ellos, ya no estábamos para bromas, queríamos comer 😀

Djemberé no era un pueblo muy grande, más bien una pequeña aldea con una ceiba gigante en lo que parecía la plaza central.

Hemos dicho ya que teníamos mucha hambre?¿ Barajamos varios restaurantes que habían alrededor y nos decidimos por el que nos pareció más cómodo.

Ceiba gigante

Ceiba gigante

Allí, para sorpresa nuestra, se encontraba Issaura, una simpática catalana que nos habíamos cruzado en la biblioteca de Oussouye y con la que no pudimos apenas intercambiar palabras. Estaba con sus padres (Manel y Concepció) que venían a visitarla, ya que llevaba varios meses viviendo en Mlomp (al sur de Oussouye).

Estuvimos hablando un rato, mientras esperaban para que les sirvieran después de un largo rato (nos recomendaron pedir el plato del día para ir más rápido y acertaron!). Nos comentaron donde se alojaban y que al día siguiente se celebrarían las fiestas del pueblo poniendo nuestro interés en las actividades que se iban a realizar. Después de escuchar lo bien que sonaba el plan y que nos invitaban a ver todo aquello no tuvimos dudas, pondríamos rumbo a Mlomp la mañana siguiente.

Antes de eso, todavía teníamos que comer…así que platos del día y a darle una alegría al cuerpo acompañada de una Gazelle (marca de cerveza senegalesa) bien fresquita.

Recibimiento en Djemberé

Después de comer y quedarnos en la gloria con nuestros estómagos llenos, pusimos rumbo de nuevo a Cap Skiring. Esta vez en taxi, la idea de volver caminando se había barajado como una broma macabra!

Nos despedimos de Issaura, Manel y Concepció con la intención de verlos al día siguiente en las fiestas de Mlomp. Nosotros optamos por ir a tomar un bañito y una merecida siesta después del palizón de la mañana.

Muy relajados y a una hora propicia para cenar, buscamos un restaurante sencillo para cenar algo. Entramos en un pequeño local en el que no parecía que hubiese mucha actividad, sin embargo, no solo nos recibieron con los brazos abiertos sino que el cocinero nos invitó a visitar el horno que habían construido con arcilla ellos mismos para cocinar los platos que habíamos pedido. No lo habían construido para la ocasión, ya nos entendéis!

Saciados de nuevo y todavía tocados por la caminata matutina no quisimos alargar más el día y nos fuimos a dormir pensando en lo que nos depararía el día siguiente.

Nos vamos de fiestas!

Ya teníamos todo bien recogido, solo teníamos que desayunar, alguna que otra llamada de la naturaleza e ir en busca de un sept-place que nos llevase a Mlomp pasando por Oussouye. No nos costó mucho, y todos los que iban en el coche también se dirigían hacia nuestro mismo destino, así que no tardamos más de media hora en llegar.

Mlomp

Una vez llegados a Mlomp tocaba espabilarse y conocer un poco el terreno que pisábamos. Al igual que otros pueblos cercanos, Mlomp era un poblado formado por tres aldeas diferentes (como más adelante nos explicaría Issaura). Por suerte, bajamos en el lugar adecuado y cerca de donde daría comienzo la festividad.

Como íbamos con las mochilas a cuestas y no teníamos donde dejarlas, vimos lo que parecía la Casa del Pueblo y preguntamos si podíamos dejarlas en un rincón sin que molestase a nadie. Ningún problema, solo que a partir de ese momento, no habría nadie y deberíamos estar atentos del equipaje. La verdad es que, a pesar de tener que ir siempre con cuidado, en los 21 días que estuvimos en Senegal, jamás tuvimos la sensación de inseguridad en cuanto a hurtos (en realidad en cuanto a nada!).

Así pues, dejamos las mochilas de lado, y casualmente llegó una furgoneta repleta de músicos que preparaban los instrumentos para recibir a las autoridades. Y vaya si tocaron! Se montaron una fiesta en pocos minutos que nos hizo disfrutar de lo lindo!

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Músicos dándolo todo


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Fotografiados por una aldeana

Mientras seguían tocando, pudimos divisar a lo lejos a Issaura y sus padres. Después de saludarnos y disfrutar con la música, algunos de los componentes vinieron a buscar a las damas para que se uniesen a la danza.

Bajo la atenta mirada de los curiosos y las autoridades al final acabamos casi todos haciendo el tonto al ritmo de la música que parecía que nunca iba a acabar! Pero lo hizo y tuvimos que recoger las mochilas y saber que vendría a continuación.

Issaura, Concepció y Manel, con la aprobación de Nazaire (un simpático fortachón con el que vivía Issaura durante el tiempo que pasaría en Senegal) nos invitaron a su casa para dejar el equipaje y comer algo.

Una verdadera experiencia poder visitar el pueblo con conocedores del terreno ya que nos iban explicando anécdotas y rituales típicos de la religión mayoritaria de la zona, los diolas. Además, para llegar hasta casa de nuestro anfitrión tuvimos que recorrer diferentes caminos a través del bosque la mar de interesantes. Pudimos observar a un palmo de la cara los enormes termiteros catedral que abundaban por la zona.

Ya con los hombros libres de peso, tomamos asiento y pudimos probar un delicioso plato y el tan famoso vino de palma que muy amablemente nos ofreció Nazaire.

Comida en familia

Comida en familia

El vino de palma es muy típico de África Central, así como de ciertas regiones de Oriente Medio. Es curioso el método como lo recolectan, ya que, haciendo una incisión en los cogollos de la palmera, dejan una botella para que se vaya llenando del líquido blanco y espeso que ésta saca. (Explicado a grandes rasgos…) La cuestión es que tiene una pequeña graduación de alcohol, lo que hace que tomado en exceso… ya sabemos lo que ocurre cuando se bebe alcohol en exceso, no? 😛

El caso es que teníamos ganas de probarlo y bueno, digamos que no estaba mal pero tampoco mataríamos por beberlo de nuevo. Eso sí, saciamos la curiosidad.

Igna

Igna probando el vino de palma

Después reposar un poco la comida, llegó la hora de dirigirse hacia la fiesta. Los actos se celebraban en una gran explanada donde tendrían lugar las luchas, danzas y todo lo que había preparado para la ocasión.

Previamente a la celebración, las diferentes aldeas del pueblo se iban reuniendo en una rúa festiva que acabaría en dicha explanada. En un momento nos vimos engullidos por una gran cantidad de gente bailando, gritando y con ganas de fiesta, de mucha fiesta! (alguno iba más contento de lo normal, probablemente por sobredosis de vino de palma 😀 )

Era difícil no dejarse llevar por el ritmo y la alegría de los pueblerinos. Así que, a parte de sacar la cámara y grabar todo lo que iba sucediendo a nuestro alrededor nos pegamos algún bailoteo para sorpresa de los autóctonos que nos animaban a unirnos a la celebración.

Mujeres en la rúa

Una vez en la explanada, se formó un gran círculo que se fue llenando con la llegada de las diferentes aldeas. En el centro, iban paseándose los diferentes luchadores y su ‘séquito’ que pelearían a continuación. Además, había diferentes animadores que iban amenizando la espera hasta que llegase todo el mundo. Había un gran ambiente de celebración y todo el mundo estaba ansioso porque diesen comiendo las luchas.

Luchador Senegalés

La lucha senegalesa es un tipo de lucha tradicional que se celebra en Senegal, pero más especialmente en Casamance. Es parecida a la lucha greco-romana pero con algunas variaciones. Nazaire, nuestro anfitrión, había sido campeón de toda África…Solo hacía falta verlo!

La primera demostración de lucha fue protagonizada por los más pequeños, que emulaban a sus héroes mayores luchando con bravura antes cientos de miradas. Era divertido! No os confundáis, no nos gusta la violencia, es más, por todo lo que vimos, es un deporte muy noble en el cual los luchadores se respetan.

Acto seguido dieron paso a los más mayores (en este caso era jóvenes de no más de 20-25 años) que luchaban entre aldeas, como era tradición, para deleite de los asistentes.

Luchadores en acción

Luchadores en acción

La verdad es que era un poco caótico. Se realizaban diferentes luchas a la vez, y entre el gentío y los niños que se agolpaban a nuestro lado era difícil poder bien lo que ocurría. De vez en cuando escuchabas un ‘OOOOHHH!‘ general y cuando querías darte cuenta ya te habías perdido la pelea.

Así estuvieron varias horas, en principio, hasta que caía el sol y daban paso a otros actos de celebración. Por lo que respecta a nosotros, estábamos muy a gusto pero teníamos que pensar en seguir nuestro rumbo hacia el interior del país.

Después de un día genial, cargamos las mochilas, nos despedimos de nuestros queridos amigos, y partimos hacia Ziguinchor… lo que sería el inicio de una odisea en sept-places y furgonetas hasta llegar a Kedougou…pero eso lo explicaremos en la siguiente entrada! 😉

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Comments:

  • Isaura

    6 julio, 2016

    Ooooohh!!!

    Genial llegir-vos i genial recordar l’experiència viscuda amb vosaltres!!! Si hi voleu tornar jo us hi espero!!! 😉
    Un petó gazpachileirosss!!!

    Isaura 🙂

    reply...

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