
Camino hacia Afia
Tardamos menos de una hora en bajar de nuevo hasta Dindefello y coger el coche para ir a repostar agua (imprescindible) y algo de comida para los días que nos quedaban. Después de eso, nos fuimos directos al tercer campamento de nuestra ruta: Campamento Tako-Mayo
Quizá por que era de los ‘más cercanos’ a Kedougou y por ello se podía abastecer mejor, pero nos resultó el más cómodo y bonito de los campamentos en los que estuvimos durante nuestro tour por el Pais Bassari. Tan solo contaba con 5 cabañas, un par de lavabos de obra (raro de ver por esa zona) y con unas duchas como la del resto: cubo de agua y vistas a un hermoso cielo estrellado de noche. Las cabañas rodeaban a otra central más grande que hacía las veces de comedor o de zona de relax para huir del calor africano.
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Afia
Llegamos sobre las 15h con ganas de ver y bañarnos en el río Gambía, que pasaba a escasos metros del campamento. De hecho, el río era el mayor atractivo que tenía el campamento y sus alrededores ya que, en ocasiones se podían divisar hipopótamos y cocodrilos (siempre desde la distancia, claro). También, el solo hecho de poderse dar un chapuzón era para nosotros suficiente atractivo con los 30 y largos grados que caían sobre nuestras cabezas.
Dejamos las cosas en nuestras respectivas cabañas y Doba nos acompaño a una zona donde poder bañarnos. Estábamos un poco acojonados por si nos aparecía algún animalito de los mencionados anteriormente, pero nos aseguró en la parte a la cual nos dirigíamos no solían haber… Tenía razón, aunque de vez en cuando, algunas burbujas asomaban a la superficie y más de uno salía del agua por si las moscas!
Estuvimos alrededor de una hora y media chapoteando como si lleváramos días sin ver agua cuando en realidad la tarde anterior habíamos estado en la cascada de Afia, pero debíamos aprovechar cualquier momento para refrescarnos.
Poco después volvimos al campamento para dejar las toallas e ir a bordear el río para intentar divisar cocodrilos y/o hipopótamos. Ya nos habían avisado que era muy difícil verlos por esta zona, pero la sola idea de poder observarlos en su hábitat natural era algo que no nos queríamos perder por nada del mundo… Después de una hora de espera y de ver a lo lejos lo que parecía ser un pato, optamos por volver cabizbajos hacia el campamento. Tendremos que esperar a otra ocasión para verlos en vivo y en directo!
A pesar de todo, el ‘simple’ hecho de la vegetación que rodeaba el río, el silencio y la paz que se respiraba a nuestro alrededor, ya había valido la pena el tiempo que pasamos junto al río Gambia.
A pesar de haber sido una tarde agradable, había alguien a quien algo no le había sentado bien. Igna comenzó a sentirse mal y tuvo uno de esos días en que tu estómago quiere hacerte el viaje aún más apasionante de lo que ya de por sí es.
Por suerte, y como hemos comentado más arriba, el campamento estaba bien provisto de lavabos de obra y el mal fue menor…
Eso no le impidió cenar, ya que después de muchos días teniendo arroz en el menú, nos habían preparado un delicioso plato de espaguetis con carne. Esta claro que no era un plato típico de Senegal, pero dada la poca variedad de alimentos que habían, se antojaba mucho un plato de pasta como el que nos sirvieron.
No hubo mucho tiempo para más después de la cena. Un ratito de reflexión mirando las estrellas, una botella de suero para Igna y alguna que otra película que habíamos cargado en la tablet para acabar otro caluroso día en el campamento Tako-Mayo.
Bedik
Los enigmáticos Bedik
Comenzaba nuestro 5º día por el Pais Bassari y dejábamos atrás Afia. Sería nuestro último contacto con los refrescantes ríos hasta días más tarde, que podríamos disfrutar de las playas del oeste de Senegal.
Antes de dirigirnos hasta el siguiente campamento, nos detuvimos en un pequeño chiringuito que Doba estaba construyendo para los turistas que visitaban la región y podían hacer un pequeño parón para refrescarse y cobijarse del calor sofocante de África.
Allí permanecimos varias horas bebiendo alguna que otra cerveza y jugando a cartas con un pequeño senegalés que se había acercado a saludarnos tímidamente.
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Ibel
Nos pusimos en marcha de nuevo, y esta vez pasaríamos la noche en Ibel, una pequeña aldea con el campamento más austero de los que recorreríamos esos días. Habían más pero nuestro ajustado presupuesto no nos permitía uno más equipado. A pesar de ello, teníamos lo que necesitábamos: cama, ‘lavabo’ (agujero en el suelo) y un cubo de agua para ducharnos bajo la luz de las estrellas!
La idea principal de la penúltima etapa de nuestra ruta por los pueblos Bassari era la de visitar al poblado Bedik. Ésta peculiar etnia senegalesa vivía en lo alto de la montaña a la que solo se podía acceder a pie y después de la aprobación de unos pocos aldeanos que aguardaban en la falda de ésta.
En nuestro caso tuvimos que pagar una pequeña cantidad de dinero y una ofrenda que consistió en una bolsa de chucherías…sí, tal como leéis! Al no haber podido comprar nada antes de adentrarnos en el Pais Bassari, tan solo llevábamos una bolsa entera de chucherías que habíamos comprado en Barcelona para nuestro tiempo libre y que llevábamos paseando durante todos estos días…
Siendo sinceros, al principio nos dio algo de vergüenza ofrecer un detalle así, pero después de ver sus caras de curiosidad (al principio) y de alegría mezclada con cachondeo (más tarde), nos sentimos algo más aliviados.
Pero habíamos conseguido nuestro objetivo, subir a lo más alto de la montaña donde los Bedik vivían aislados de un mundo que observa con curiosidad sus atuendos, sus costumbres y en general, su forma de vida.
Fue uno de los chicos que nos recibió al pie de la montaña el que nos guió hasta arriba y nos enseñó la forma de vida que lleva esta peculiar etnia.
Aislados en la montaña, sin electricidad ni agua y viviendo basicamente de lo cultivan y el trueque. Aunque, como toda civilización, también han aprendido del capitalismo que invade nuestra sociedad y buscan formas alternativas de ganar dinero. La mayor parte de ingresos lo reciben de los cientos de turistas que cada año, llevados por la curiosidad y por los guías del Pais Bassari, pasan por su aldea y son ‘obligados’ a comprar manualidades hechas por sus habitantes.
Nuestro caso no fue menos, y después de tomar unas fotos (con su permiso) fuimos invitados a llevarnos un recuerdo material de nuestro paso por Ibel.
Aún y así, fue uno de los mayores recuerdos que nos trajimos a nuestra vuelta a Barcelona. El poder ver como esta gente sobrevive practicamente aislados del mundo que conocemos y de como conservan sus tradiciones como son sus atuendos, sus herramientas de trabajo y costumbres en general.
Bassari
La decepción Bassari
Dejábamos atrás Ibel e íbamos hacia nuestro último destino en la región Bassari! Teníamos muchas ganas de que llegase éste momento, habíamos leído mucho acerca de la tribu de los Bassari, de sus rituales, de sus vestimentas y todo lo que envolvía su pequeño mundo en este rincón del sudoeste de Senegal.
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Ethiolo
Tardamos alrededor de una hora larga hasta llegar a las puerta de Ethiolo.
Esa noche la pasaríamos en el campamento Chez Balingo, a quién daba nombre el propietario, un tipo de los más interesante con el que pudimos pasar una velada muy amena. El Sr. Balingo nos estuvo explicando, entre otras anécdotas, algunos de sus viajes y como le habían impactado la sociedad occidental. Cosas tan comunes para nosotros como abrir un grifo, un simple interruptor o el hecho de parar a un taxi, fueron experiencias que nunca olvidará.
Lamentablemente, y no por Balingo del cual tenemos un gran recuerdo, conocerlo fue lo mejor que recordamos de los Bassari. La razón por la que decimos esto es porque la tribu de los Bassari en sí, no conserva nada de sus orígenes en su día a día y están más pendientes de poder vivir de los turistas, que de su cultura y tradiciones. Puede que de esto tengamos culpa los viajeros, que contribuimos a que estas tribus pierdan su esencia y prefieran vivir de la manera ‘más fácil’ para ellos, pero es un debate que nos llevaría horas y horas…
Aún y así, es cierto y recomendable, visitar este poblado durante las fiestas de iniciación en el mes de Mayo, cuando lucen sus atuendos tradicionales e invocan a los espíritus para dar paso de una ‘edad a otra’, llenando el poblado de gran colorido y animación.
Au revoir Pais Bassari!
Y así fue como acababa nuestra ruta por esta fantástica región de Senegal. En realidad nos dejó un sabor agridulce con la última de las visitas, pero esto es lo que hay y lo que ha traído con sí la Globalización, la naturaleza de las cosas se ha ido perdiendo con el tiempo, ya sea por el factor humano o por otras circunstancias.
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